3.12.2012

No sos vos; soy yo


He decidido que debo finalmente cambiar de actitud. Tanta gente, me he dicho, durante tantos años, me he vuelto a decir, no puede estar equivocada. 

Justo Rufino Barrios, por ejemplo, lo sabía y por eso creó allá por enero de 1877 la Sociedad de Inmigración para que bajo la influencia civilizadora de ciertos inmigrantes—preferentemente blanquitos, protestantes y muy occidentales—los ladinos pobres y, sobretodo, los indígenas cambiaran de actitud y dejaran de faltarle el respeto a la autoridad, chupar tanto y ser tan huevones, y se pusieran de una vez a trabajar en las fincas de café. Por eso promocionaba al país publicando artículos en periódicos internacionales como The Examiner, de San Francisco, invitando a los posibles candidatos a establecerse en “una tierra donde fluye la leche y la miel, donde los Indios han sido, en gran medida, civilizados [y] donde las mujeres son particularmente lindas y prolijas”. Pero Barrios no era ningún tonto y sabía, también, que los guatemaltecos, especialmente los indígenas, siempre han sido un poco necios. Es por ello que también aprobó en 1877 el Reglamento de Jornaleros para asegurarse, mediante la institucionalización del sistema de mandamientos, habilitaciones y, años después, servidumbre por deuda, de que en caso no cambiaran de acititud, el estado y los finqueros igual dispondrían de la mano de obra necesaria. 

Ríos Montt también lo sabía y por ello se pasó más de un año exigiéndoles semanalmente a los guatemaltecos que cambiaran de actitud y se comportaran, de una vez por todas, moralmente. Por ejemplo, el 23 de marzo de 1982, con el golpe de estado recién salidito del horno, Ríos Montt le recomendó a los guatemaltecos “en primer lugar una oración a Dios nuestro Señor … y en segundo lugar su colaboración, su tranquilidad y su paz, la paz de Guatemala no depende de un quehacer de armas, la paz de Guatemala depende de usted señor, de usted señora, de usted niño, de usted niña, sí, la paz de Guatemala está en su corazón, una vez que haya paz en su corazón, habrá paz en su casa y habrá paz en la sociedad, por favor ni más tragos ni más nada, a trabajar, Guatemala necesita trabajo, no hay fuentes de trabajo, no hay autoridad … Hoy con moralidad, guatemaltecos, les decimos, ante Dios, empeñamos la palabra de la Institución Armada para garantizarles paz, trabajo y seguridad”.*

Ríos Montt lo sabía; sabía que si los guatemaltecos oraban más, trabajaban más, se dedicaban a la familia (y no a la política), respetaban a la autoridad y, sobretodo, dejaban de chupar, es decir, si se decidían a cambiar de actitud y actuar moralmente, habría paz y tranquilidad en Guatemala y se crearían automáticamente fuentes de trabajo. Claro, Ríos Montt tampoco era ningún tonto y sabía, como Barrios, que los guatemaltecos, y especialmente los indígenas, han sido siempre un poco necios, y es por eso comandó una brutal y cruenta campaña contrainsurgente en caso nos resistiéramos a cambiar de actitud y valores. 

Casi treinta años después nos vuelven a decir que no amamos a Guate lo suficiente, que nos urge cambiar de actitud y transformarnos individualmente. Y aunque esta vez no nos dicen exactamente qué tenemos que hacer, he decidido asumir que, al igual que Barrios y Ríos Montt, ellos también saben lo que hacen y que ya es hora de darles una oportunidad, dejar de ser un cangrejo resentido y criticón, unirse a la algarabía colectiva y confesar, con profunda contrición, que no sos vos, Guate; soy yo. 

Admito, sin embargo, que algunas mañanas, cuando la somnolencia no se me ha quitado del todo, me entra una pequeña duda y me pregunto si todos ellos no demandan esencialmente lo mismo; si lo realmente inmoral no es, en todo caso, un sistema político y económico intrínseca, intencional e históricamente desigual, injusto y autoritario; si después de más de 130 años no va siendo ya hora, más bien, de exigirles colectivamente a las élites políticas y económicas que son ellas, en todo caso, las que deben cambiar de actitud y empezar a actuar éticamente. Pero luego, cuando se me quita la hueva y se me aclara el pensamiento, me acuerdo de aquel pobre señor que, sin poder hacer nada al respecto, despertaba y despertaba bajo la atenta e implacable vigilancia de un dinosaurio, y me convenzo finalmente de que si un día hubiera decidido cambiar de actitud y aceptar que el problema era él, probablemente se hubiera levantado al día siguiente con el otro pie y el dinosaurio, temblando de pavor ante semejante atrevimiento, hubiera salido corriendo sin pensarlo dos veces.

* Efraín Ríos Montt, Mensajes del Presidente de la República, General José Efraín Ríos Montt (Guatemala: Tipografía Nacional, 1982), 10.


Publicado en Plaza Pública - 10 de marzo, 2012
 


2 comments:

  1. Entiendo muy bien lo que decís. Hace poco comentaba con alguien "está bueno que el tipo diga cosas positivas en la tele con lo de la pepsimórfosis; pero con el alcance que el tiene podría haber hecho algo mejor"

    Es cierto que muchos no apreciamos nuestra herencia geológica y cultural, pero es más triste ver como no nos apreciamos como humanos, como hermanos.

    Al final del día el mensaje publicitario no está diseñado para nosotros, sino para los que creen que el asesino, el violador, el evasor fiscal y el demagogo van a cambiar porque Arjona se los dice...

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  2. Otro para citarte :)

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