10.31.2011

Los feos y el origen de Halloween


La insoportable y eterna discusión que se da cada 31 de octubre sobre el origen pagano de Halloween, misma que viene siempre acompañada de citas bíblicas o rebuscadas referencias a costumbres o ritos Vikingos o Visigodos, no solamente cansa sino busca desviar la atención del verdadero origen de Halloween. Esta fiesta, según los Anales de Ritos y Costumbres Medievales de Plinio el Viejo, tiene su origen en una convenientemente olvidada celebración llamada Haerwin en la comarca Celta de Hallstat, patrocinada en sus inicios por Diodoro Sícoro y su cadena de Orsthroshopps dedicada a la venta de azhtat (azúcar) y thellhass (telas). Se asume que el “Haerwin” tenía lugar cada 31 de octubre pero dado los continuos cambios de calendario a lo largo del último milenio y, sobre todo, por la nefasta creación de los llamados años bisiestos por el Concilio de Trento dada la necesidad de prolongar la discusión sobre la insurgencia luterana por un día más, es imposible determinar con precisión la fecha exacta.

Cuenta Plinio el Viejo en sus Anales que la celebración era dedicada a Oengus, el Dios de los Feos, a quien Diodoro Sícoro le tenía gran devoción. Durante la misma, comenta Plinio, los feos podían dirigirle la palabra a la gente bonita de la comarca. Dada la incomodidad que esto ocasionaba en este tipo de gente y la urgente necesidad de darle impulso a la naciente industria azucarera y la alta costura de la comarca, el Rey Celta Gallamh (último descendiente de la dinastía Japgheth y querido por ricos y pudientes) decretó que todos -- feos y bonitos, ricos y pobres -- debían disfrazarse durante ese día y su noche para que los feos pasaran desapercibidos, los jóvenes tímidos pudieran hablarle sin temor a las chicas bien de la comarca y la sociedad entera se instruyera en las artes de la tolerancia y la igualdad democrática. Cuenta Plinio el Viejo en sus Anales que un año el Rey Gallamh desapareció durante las celebraciones, lo que dio paso a diez años de soledad e inestabilidad en la comarca y la consecuente condena pública a los feos quienes, de manera clandestina, siguieron promoviendo y celebrando el Haerwin cambiando ligeramente su nombre por el de “Halhlween” (del celta halhl: comarca, y ween: feos), del que obviamente se deriva el vocablo anglo “Halloween”.

Esta versión del origen de Halloween ha sido cuestionada por aquellos que rechazan cualquier tipo de celebración bajo premisas bíblicas pues arguyen que Plinio el Viejo no pudo haber escrito los Anales de Ritos y Costumbres Medievales ya que vivió en el primer siglo de la así llamada Era Cristiana. Sin embargo, como señala el escritor, ensayista y clarividente argentino Jorge Luis Borges, los que refutan la autoría de Plinio el Viejo son precisamente aquellos que creen que el tiempo fluye cronológicamente en línea recta hacia un final apoteósico o apocalíptico y, por ende, no creen en un tiempo cíclico, paralelo y multidimensional, cuya existencia el mismo Borges demostró en su tratado sobre la bifurcación de los senderos en el jardín de su familia.

Es por todo esto que celebrar Halloween no riñe de ninguna manera con la moral cristiana y las enseñanzas bíblicas pues denota, por el contrario, un enorme respeto y amor al prójimo, sobre todo a aquellos prójimos menos agraciados físicamente que esperan con ansias poder pasar desapercibidos al menos una vez al año. 

1 comment:

  1. Influenciado un poco por Eldeforma.com, no se si esta nota es en broma o está basada en información fidedigna...de cualquier forma me gusta la versión y lo voy a compartir en la "plaza pública post-moderna" llamada cariñosamente Facebook...
    salú!!!

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