1.23.2014

Auto-diálogo, polvo y plagio


En este último mes hemos más que confirmado que en Guatemala nunca sabemos a ciencia cierta si somos partícipes de una compleja y surrealista puesta en escena, o si más bien somos cómplices de una epopéyica parodia. Como muestra, tres sucesos más interrelacionados de lo que parece a simple vista.

Primero, la auto-entrevista de Haroldo Sánchez, ganadora de un solo y desde ya de los premios Clavo Ajeno 2014. Confieso que no pasé de los primeros dos minutos. Simplemente no pude verlo. No pude ver cómo alguien puede humillarse tanto a sí mismo pensando que está siendo cool, vanguardista y/o ingenioso. Se me erizó la piel. Pensaba en qué es necesario, en qué tipo de sociedad tenemos que vivir, para que un periodista/escritor crea que su parte periodista pueda entrevistar a su parte escritora y salirse con la suya. Quizás exagero pero, ¿no es ese gesto al parecer individual síntoma de una sociedad bipolar que por un lado clama a los cuatro vientos vivir en el país más lindo del mundo mientras muestra absoluta indiferente ante la desigualdad, la pobreza y la corrupción, ante la indiferencia misma? No sé, quizás exagere, como dije, pero me parece sumamente revelador que un periodista opte por entrevistarse a sí mismo, en partirse temporalmente para grabar primero las preguntas y luego las respuestas. Y digo revelador porque la auto-entrevista sugiere que quizás hemos llegado al punto en el que la comunicación real y significativa es imposible, al momento en que la única manera de sentirnos bien, de mantener cierta autoestima, es hablándonos a nosotros mismos, sin tener que dialogar, escuchar, argumentar, convencer. Y, viéndolo bien, no hay mucha diferencia entre la auto-entrevista del Sr. Sánchez y los “debates” del congreso, así con minúscula. Un congreso en el que nadie realmente dialoga con nadie.

Segundo, y muy ligado a lo anterior, el Segundo Informe de Gestión de Gobierno y el polvazo a la Vice-Presidente. ¿No es el Informe una versión más elaborada, más rimbombante, más espectacular y con más recursos que la auto-entrevista de Haroldo? Digo, ¿a quién le hablaba realmente el Presidente si no era a sí mismo? ¿Alguien realmente cree que su gobierno va viento en popa, que se ha logrado todo lo que dice haber logrado? El Informe pareciera ser, más que informe, una especie de charla auto-motivacional presentada ante un público escogido cuya función no es ser interlocutor sino espejo, espejo que tan solo refleja la imagen que el Presidente y su gobierno tienen de si mismos. Presentarlo en un teatro dice mucho, pero negarse a presentarlo en el congreso dice aún más. Refleja, también, el límite comunicativo al que hemos llegado como sociedad. El límite y la absoluta falta de interés por el diálogo significativo y la construcción conjunta de proyectos a largo plazo. Además, el temor a la crítica, por más risible que sea viniendo del congreso; el temor a perder el control de la situación, a que el espejo no refleje lo quiere ver sino lo que realmente hay: una sociedad partida que agoniza bajo el yugo de su propia indiferencia. Y en este contexto, el polvazo es un síntoma claro tanto del hartazgo como de la incapacidad de construir desde el diálogo y el argumento. Dejando a un lado quién lo planificó y ejecutó, el polvazo encierra en sí mismo el proyecto político que hemos construido hasta el momento, un proyecto cuyo fundamento es siempre la reacción y no el argumento constructivo, el ataque directo y no el diálogo significativo. Y si a esto le añadimos la reacción de la Vice y el show mediático posterior armado por el Gobierno, el polvazo se convierte en metáfora casi perfecta de la democracia guatemalteca, una democracia sin cuerpo ni sustancia ni peso en la que todo se desvanece en el aire.

Tercero, y como broche de oro (oro chafa, obviamente), el “libro” de Baldizón, que no es más que la proyección de sí mismo, es decir, otro auto-diálogo. Pero, ¿no es el copy/paste reflejo y consecuencia de la incapacidad de diálogo significativo, la imposibilidad de crear proyectos a largo plazo y la incompetencia para argumentar coherente y convincentemente? Más allá de cuestiones éticas, el plagio hecho por el que, según las encuestas, será el próximo presidente del país nos da una buena idea del concepto que tiene la clase política de aquellos que los eligen: crédulos, incautos e incapaces de verificar, dialogar e informarse; en suma, unos pendejos a los que se les puede babosear y apantallar replicando frases y recetas ajenas. Que esta vez el tiro le haya salido por la culata, es decir, que su pastiche haya sido descubierto, dice más del vil descaro de la clase política que de los votantes que esta vez desenmascararon la farsa. Así visto, el “libro” de Baldizón bien funciona como sinécdoque de una sociedad en la que el fin justifica los medios, el plagio y la repetición son más valoradas que el pensamiento independiente, y las apariencias generan más afecto que las ideas, los argumentos y el pensamiento crítico.

Auto-diálogo, polvo y plagio: al parecer, los tres pilares de una sociedad esquizoide que ojalá pronto se de cuenta que solo mediante sus opuestos —diálogo, sustancia e ideas propias— podrá empezar a cambiar significativamente.

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