En este último mes
hemos más que confirmado que en Guatemala nunca sabemos a ciencia cierta si somos partícipes de una compleja y surrealista puesta en escena, o si más
bien somos cómplices de una epopéyica parodia. Como muestra, tres sucesos más
interrelacionados de lo que parece a simple vista.
Primero, la auto-entrevista de Haroldo
Sánchez, ganadora de un
solo y desde ya de los premios Clavo Ajeno 2014. Confieso que no pasé de los
primeros dos minutos. Simplemente no pude verlo. No pude ver cómo alguien puede
humillarse tanto a sí mismo pensando que está siendo cool, vanguardista y/o
ingenioso. Se me erizó la piel. Pensaba en qué es necesario, en qué tipo de
sociedad tenemos que vivir, para que un periodista/escritor crea que su parte
periodista pueda entrevistar a su parte escritora y salirse con la suya. Quizás
exagero pero, ¿no es ese gesto al parecer individual síntoma de una sociedad
bipolar que por un lado clama a los cuatro vientos vivir en el país más lindo
del mundo mientras muestra absoluta indiferente ante la desigualdad, la pobreza
y la corrupción, ante la indiferencia misma? No sé, quizás exagere, como dije,
pero me parece sumamente revelador que un periodista opte por entrevistarse a
sí mismo, en partirse temporalmente para grabar primero las preguntas y luego
las respuestas. Y digo revelador porque la auto-entrevista sugiere que quizás
hemos llegado al punto en el que la comunicación real y significativa es
imposible, al momento en que la única manera de sentirnos bien, de mantener
cierta autoestima, es hablándonos a nosotros mismos, sin tener que dialogar,
escuchar, argumentar, convencer. Y, viéndolo bien, no hay mucha diferencia
entre la auto-entrevista del Sr. Sánchez y los “debates” del congreso, así con
minúscula. Un congreso en el que nadie realmente dialoga con nadie.
Segundo, y muy
ligado a lo anterior, el Segundo Informe
de Gestión de Gobierno y el
polvazo a la Vice-Presidente. ¿No es el Informe una versión más elaborada, más rimbombante,
más espectacular y con más recursos que la auto-entrevista de Haroldo? Digo, ¿a
quién le hablaba realmente el Presidente si no era a sí mismo? ¿Alguien realmente
cree que su gobierno va viento en popa, que se ha logrado todo lo que dice
haber logrado? El Informe pareciera ser, más que informe, una especie
de charla auto-motivacional presentada ante un público escogido cuya función no
es ser interlocutor sino espejo, espejo que tan solo refleja la imagen que el
Presidente y su gobierno tienen de si mismos. Presentarlo en un teatro dice
mucho, pero negarse a presentarlo en el congreso dice aún más. Refleja,
también, el límite comunicativo al que hemos llegado como sociedad. El límite y
la absoluta falta de interés por el diálogo significativo y la construcción
conjunta de proyectos a largo plazo. Además, el temor a la crítica, por más
risible que sea viniendo del congreso; el temor a perder el control de la
situación, a que el espejo no refleje lo quiere ver sino lo que realmente hay:
una sociedad partida que agoniza bajo el yugo de su propia indiferencia. Y en
este contexto, el polvazo es un síntoma claro tanto del hartazgo como de la
incapacidad de construir desde el diálogo y el argumento. Dejando
a un lado quién lo planificó y ejecutó, el polvazo encierra en sí mismo el
proyecto político que hemos construido hasta el momento, un proyecto cuyo
fundamento es siempre la reacción y no el argumento constructivo, el ataque
directo y no el diálogo significativo. Y si a esto le añadimos la reacción de
la Vice y el show mediático posterior armado por el Gobierno, el polvazo se
convierte en metáfora casi perfecta de la democracia guatemalteca, una
democracia sin cuerpo ni sustancia ni peso en la que todo se desvanece en el
aire.
Tercero, y como
broche de oro (oro chafa, obviamente), el “libro” de
Baldizón, que no es más
que la proyección de sí mismo, es decir, otro auto-diálogo. Pero, ¿no es el
copy/paste reflejo y consecuencia de la incapacidad de diálogo significativo,
la imposibilidad de crear proyectos a largo plazo y la incompetencia para
argumentar coherente y convincentemente? Más allá de cuestiones éticas, el
plagio hecho por el que, según las encuestas, será el próximo presidente del
país nos da una buena idea del concepto que tiene la clase política de aquellos
que los eligen: crédulos, incautos e incapaces de verificar, dialogar e
informarse; en suma, unos pendejos a los que se les puede babosear y apantallar
replicando frases y recetas ajenas. Que esta vez el tiro le haya salido por la
culata, es decir, que su pastiche haya sido descubierto, dice más del vil
descaro de la clase política que de los votantes que esta vez desenmascararon
la farsa. Así visto, el “libro” de Baldizón bien funciona como sinécdoque de
una sociedad en la que el fin justifica los medios, el plagio y la repetición
son más valoradas que el pensamiento independiente, y las apariencias generan
más afecto que las ideas, los argumentos y el pensamiento crítico.
Auto-diálogo,
polvo y plagio: al parecer, los tres pilares de una sociedad esquizoide que ojalá
pronto se de cuenta que solo mediante sus opuestos —diálogo, sustancia e ideas
propias— podrá empezar a cambiar significativamente.
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