…y entró a la urna y abrió las boletas y de pronto se le
vinieron casi doscientos años de historia encima: El Consulado de Comercio
respaldado por Rafael Carrera, el despojo de las tierras indígenas iniciado por
Justo Rufino Barrios, la esclavitud por deuda hecha política de estado por José
María Reyna Barrios, las Minervalias de Estrada
Cabrera, la multidimensional red de orejas de Ubico, la traición de Castillo Armas, la Masacre de Panzós bajo Laugerud, la quema de la Embajada
de España bajo Lucas García, la tierra arrasada por Ríos Montt, la sumisión a
los lineamientos del Ejército de Vinicio Cerezo, los delirios de grandeza de Serrano
Elías, el autoritarismo y el clientelismo de Álvaro Arzú, la descarada
criminalidad de Alfonso Portillo, la pusilánime y complaciente actitud de Óscar
Berger y la falta de escrúpulos de Álvaro Colom.
…y ahí, en el momento, decidió que ya no podía ir “por Guate”, que ir “por Guate” era ir por casi dos siglos de desidia, marginalización y olvido, explotación, desigualdad social y privilegios, miedo, silencio e hipocresía. Y ahí, en un decoroso e imperceptible momento de auténtico civismo, decidió no seguirles el jueguito, decidió que esta vez no iba a participar de la farsa, que esta vez no iba a agarrar la carnada que cada cuatro años le tiraban para darle la ilusión de estar participando en un proceso democrático. Se acordó de eso que una vez oyó decir a un vagabundo caminando por la Sexta, que hay que desconfiar siempre de esos que se rasgan las vestiduras por entes abstractos, ya sea dios, los rojos, la revolución, la patria o Guate; que generalmente se trata de un ególatra o un narciso y que mientras más se rasgue las vestiduras y más públicamente lo haga, más capaz será de hacer lo que sea por alimentar su narcisismo.
…y decidió también que ya estaba bueno de todo ese rollo, que la democracia no es votar cada cuatro años o poder elegir entre Pepsi o Coca-Cola; que la democracia no es incrementar la oferta de bienes materiales ni hacer más equitativa su distribución; que la democracia es un medio y no un fin, un estado mental y no un sistema político. Decidió, también, que a partir de ese momento jamás iba a volver a hacer nada “por Guate.” A partir de ese momento, se dijo, haría todo por los guatemaltecos, por los otros guatemaltecos, los que nunca se había preocupado por conocer aunque vivieran bajo el mismo techo, le abrieran la puerta del edificio donde vivía, mandaran los mensajes de la oficina en la que trabajaba, atendieran en los restaurantes donde comía, construyeran las casas y edificios que visitaba, sembraran el maíz de las tortillas que comía, cosecharan el azúcar que le echaba al café, tejieran los güipiles que colgaban en la sala de su casa y las de sus amigos, limpiaran la universidad a la que asistía, barrieran las calles por las que manejaba y construyeran las carreteras que usaba en Semana Santa para irse al puerto con los amigos; todos aquellos que no son más que el ruido de fondo de cualquier concurso electoral, esos que no tienen voz aunque tengan voto, esos a los que ninguno de los concursantes que se rasgan las vestiduras en spots publicitarios, vallas panorámicas e insulsos discursos y que dicen ir “por Guate” va a darles voz.
…y decidió, finalmente, que a partir de ese momento iba a respetar al peatón, que no iba a tirar basura a la calle, que ya no iba a hablar a espaldas de los demás ni colarse en las colas, que ya no... Sabía que no era mucho pero por algo había que empezar. Entonces le dibujó bigotitos y cachitos a todos los concursantes, puso un signo de interrogación sobre cada una de sus caras, dobló en cuatro las boletas, las guardó en la bolsa del pantalón, abandonó la urna y sin pasar por la mesa de votación salió del recinto. La sonrisa de oreja a oreja que cargaba sólo se le quitó cuando vio que el vidrio de su carro estaba roto…
…y ahí, en el momento, decidió que ya no podía ir “por Guate”, que ir “por Guate” era ir por casi dos siglos de desidia, marginalización y olvido, explotación, desigualdad social y privilegios, miedo, silencio e hipocresía. Y ahí, en un decoroso e imperceptible momento de auténtico civismo, decidió no seguirles el jueguito, decidió que esta vez no iba a participar de la farsa, que esta vez no iba a agarrar la carnada que cada cuatro años le tiraban para darle la ilusión de estar participando en un proceso democrático. Se acordó de eso que una vez oyó decir a un vagabundo caminando por la Sexta, que hay que desconfiar siempre de esos que se rasgan las vestiduras por entes abstractos, ya sea dios, los rojos, la revolución, la patria o Guate; que generalmente se trata de un ególatra o un narciso y que mientras más se rasgue las vestiduras y más públicamente lo haga, más capaz será de hacer lo que sea por alimentar su narcisismo.
…y decidió también que ya estaba bueno de todo ese rollo, que la democracia no es votar cada cuatro años o poder elegir entre Pepsi o Coca-Cola; que la democracia no es incrementar la oferta de bienes materiales ni hacer más equitativa su distribución; que la democracia es un medio y no un fin, un estado mental y no un sistema político. Decidió, también, que a partir de ese momento jamás iba a volver a hacer nada “por Guate.” A partir de ese momento, se dijo, haría todo por los guatemaltecos, por los otros guatemaltecos, los que nunca se había preocupado por conocer aunque vivieran bajo el mismo techo, le abrieran la puerta del edificio donde vivía, mandaran los mensajes de la oficina en la que trabajaba, atendieran en los restaurantes donde comía, construyeran las casas y edificios que visitaba, sembraran el maíz de las tortillas que comía, cosecharan el azúcar que le echaba al café, tejieran los güipiles que colgaban en la sala de su casa y las de sus amigos, limpiaran la universidad a la que asistía, barrieran las calles por las que manejaba y construyeran las carreteras que usaba en Semana Santa para irse al puerto con los amigos; todos aquellos que no son más que el ruido de fondo de cualquier concurso electoral, esos que no tienen voz aunque tengan voto, esos a los que ninguno de los concursantes que se rasgan las vestiduras en spots publicitarios, vallas panorámicas e insulsos discursos y que dicen ir “por Guate” va a darles voz.
…y decidió, finalmente, que a partir de ese momento iba a respetar al peatón, que no iba a tirar basura a la calle, que ya no iba a hablar a espaldas de los demás ni colarse en las colas, que ya no... Sabía que no era mucho pero por algo había que empezar. Entonces le dibujó bigotitos y cachitos a todos los concursantes, puso un signo de interrogación sobre cada una de sus caras, dobló en cuatro las boletas, las guardó en la bolsa del pantalón, abandonó la urna y sin pasar por la mesa de votación salió del recinto. La sonrisa de oreja a oreja que cargaba sólo se le quitó cuando vio que el vidrio de su carro estaba roto…
Indubitablememte de acuerdo en casi todo como siempre, nuestros pueblos aun no estan listos para democracia, hay que ver donde, porque y por quienes se "invento" es como hacer reingenieria cuando no hay nada construido...
ReplyDeleteAl final la gente quiere vivir en paz, tener oportunidades de ser mejor, el y su familia, trabajar, poder comer y vivr en un lugar digno, lamentablemente los que pueden cambiar el sistema son los mismos de modo que eso no sucederá. Habrá que usar otra vía o que llegue alguien que usando el sistema actual haga el cambio radical
Por ahora seguirá el "juego" y los sumisos jugadores
El abuelo